Ayer pasé 24 hs como médico de guardia en una clínica de rehabilitación en el centro de Buenos Aires, y en vísperas del 2013 pude comprobar como todavía se trabaja en la mayoría de los centros médicos del mundo: con papel.
Pese a que disponía de PCs con conexión a Internet, todo se hace como siempre se hizo.
Las enfermeras disponen de una planilla de enfermería donde anotan los datos cotidianos de cada paciente. En otra carpeta, tienen las órdenes de tratamiento para cada paciente, también ordenadas por cama.
Cada piso de la clínica, con 20 camas, tiene una planilla ordenada por número de cama. Al final del día, se pasan parte de esos datos a la carpeta de cada paciente.
El médico dispone de dos carpetas, una pre-internación, proveniente de los lugares donde el paciente estuvo previamente internado, que está archivada y se usa poco. La carpeta de actualización contiene los documentos emitidos por los médicos especialistas, los resultados de los estudios realizados, y las hojas de actualización. En ellas, el médico de guardia debe consignar mínimamente, cada día, la consabida frase: «Paciente estable balanceado hemodinámicamente, afebril, continúa con tratamiento instituido». Luego, firma y sello, para que el cliente (obra social o seguro médico) acepte pagar los gastos del día. No hay copy-paste, en los 40 pacientes lo mismo. Por supuesto que luego de 40 repeticiones automáticas ya había mentido sobre 5 pacientes que habían salido el día anterior por motivos diversos, y tuve que tachar y enmendar cada historia. Ya casi sobre el final de la tarea, el portero de la clínica me hizo llegar un papel manuscrito donde llevaba el registro de cada persona que había salido o entrado de la clínica en las últimas horas, de donde a menudo se obtenía el horario de la salida y entrada de cada paciente (mezclado con los datos irrelevantes para mí de movimientos de familiares, profesionales y proveedores de la institución).
Para ubicar la carpeta correspondiente, hay un pizarrón con el esquema de camas, nombre de paciente, y obra social a que pertenece.
Aclaro que acá en Argentina hay mucha burocracia para los prestadores de salud. Cada paciente se atiende por cuenta del gremio o unión a que pertenece. Los metalúrgicos tienen un centro administrativo con sus clínicas asociadas, los petroleros otro, los panaderos otro, etc. etc. También existen hospitales de comunidad (israelita, italiano, inglés, alemán, sirio-libanés), además de los lógicos centros regionales y por especialidad. Muchas veces un paciente debe viajar muchos kilómetros para atenderse en un centro que corresponde a su ocupación o etnicidad, a pesar de que sería mejor un centro más cercano o especializado en su patología…. Ya volveré sobre este tema al hablar de los altos costos de la administración de esta multitud de pequeñas organizaciones de salud.
Pero volviendo al tema anterior, decía que una vez identificado el paciente de la cama 5 como perteneciente al gremio de los policías, buscamos en la carpeta correspondiente a ese gremio la unidad del paciente, por nombre. Allí, en medio de la urgencia por conocer la situación del paciente de la cama 5, tuve que apelar a mis conocimientos de criptografía egipcia para interpretar aunque sea el 20% de las palabras manuscritas por los colegas precedentes. Dada la cantidad de papeles, sólo alcancé a repasar el último 20% de datos. Lo cual hace un 4% del total de información disponible.
En muchos casos los pacientes estaban impedidos de hablar, lo cual dificultaba la obtención de datos. Habitualmente la información más accesible sobre ellos la proporcionaba otro paciente de la misma sala.
Traté de dialogar brevemente con cada uno de los pacientes y enfermeros para que me recuerden, en caso de volver a trabajar en dicha clínica en el futuro. Cuando no hay informática, hay que aprovechar la memoria de la gente.
En conclusión, aproveché la jornada para juntar argumentos en favor de la informatización de historias clínicas, además de descubrir algunas necesidades adicionales de los sistemas existentes.
Poco después tuve que visitar a un familiar en el Hospital Tornú, un importante centro médico y científico. Allí la recepcionista, frente a su PC, tomaba los datos de los pacientes en un cuadernito, mientras en los ratos libres jugaba al Tetris…